Fundada como casa de campo, o tal vez antiguamente como lugar fortificado, conserva el doble aspecto de un centro de vacaciones del siglo XVIII y de una antigua granja con establos, bodegas y cuadras en torno a un patio rústico dominado por una antigua granja con pórtico y logias con restos de frescos sagrados medievales.
El palacio dominical fue restaurado entre 1855 y 1858 por el arquitecto Giacomo Bianconi, que dejó un exterior sobrio y esencial, en marcado contraste con el esplendor de la decoración interior: en el piso inferior, los salones se caracterizan por bóvedas de pabellón decoradas por Scrosati con motivos ornamentales de paños, piedras preciosas, medallones con personajes o escenas de género, marcos con paisajes bucólicos, instrumentos musicales y putti.
Los muebles, objetos y retratos de distintas épocas que adornan las paredes se atribuyen a la familia Finardi, que sigue viviendo en la villa rodeada de un gran parque con árboles centenarios.
Restaurada entre 1855 y 1858 por el arquitecto Giacomo Bianconi, quien dejó una fachada sobria y esencial, en neto contraste con la pompa de la decoración interior: en el piso inferior, bóvedas en pabellón decoradas por Scrosati con motivos ornamentales de drapeados, piedras preciosas, medallones con personajes o escenas de género, marcos con paisajes bucólicos, instrumentos musicales y amorcillos.
Las decoraciones, objetos y retratos de diferentes épocas que adornan las paredes se atribuyen a la familia Finardi, que aún hoy habita la villa.