La entrada del Teatro Sociale no tiene pórticos ni columnatas porque la estrechez de la calle a la que da no permite construcciones imponentes, pero el resultado es igualmente sorprendente: una vez atravesada la entrada, entras en un ambiente mágico, elegante y acogedor a la vez, caldeado por la madera de los antepechos y las vigas del techo.
El desarrollo vertical de los palcos, dispuestos en tres pisos y coronados por una cuarta galería, representa visualmente las jerarquías vigentes entre las clases aristocráticas de la época. Esta estructura fue solicitada expresamente al diseñador Leonardo Pollack por el grupo de nobles que financiaba la ópera, como para cristalizar y enfatizar las diferencias de clase de la época.
Porque el Teatro della Società, éste es su nombre original, nació como respuesta a un reto: frenar la pérdida progresiva y constante de la supremacía de la Ciudad Alta en favor de los barrios bajos de Bérgamo.
Pero, aunque magnífico, no bastará para invertir el curso de la historia.
El Teatro della Società, ahora llamado Teatro Sociale, se inauguró en 1808 con el objetivo de contrarrestar el auge del Teatro Riccardi, ahora Donizetti, situado en la parte baja de Bérgamo.
Sin embargo, el Sociale no consiguió evitar que las actividades comerciales, políticas y culturales emigraran fuera de las Murallas en pocos años.
El maestro del diseñador Pollack no fue otro que el ilustre arquitecto Piermarini, que diseñó La Scala de Milán. La planta del patio de butacas no tiene forma de herradura, como era costumbre en aquella época, sino que sigue una elegante forma ovalada. La combinación con el desarrollo vertical de los 86 palcos es quizá el aspecto más original del diseño; los parapetos de madera de los palcos siguen una línea continua, como Piermarini había hecho para La Scala, lo que confiere a la forma general de la sala una uniformidad armoniosa de aire clásico.
Hacia 1900 y en la primera década del siglo, el auditorio del Sociale acogió también nuevos géneros, como la opereta o incluso espectáculos de gramófono (1898) y cine (a partir de 1908). A pesar de algunas buenas temporadas en 1915 y principios de los años 20, cerró en 1932.
Tras varios cambios de propiedad, el edificio fue adquirido por el Ayuntamiento de Bérgamo en 1974 y asegurado en los años siguientes.
Entre 2006 y 2009 se restauró completamente como teatro: se rehicieron los suelos del vestíbulo, se restauraron las paredes, los techos y la nueva puerta de entrada.
Las tres primeras gradas de palcos, con un total de unos 500 asientos, se restauraron con la inserción de una estructura de acero para reforzar la de madera existente; para la cuarta grada, la galería, se planificó la consolidación con el fin de hacerla accesible al público en el futuro.
Por último, se instaló una moderna máquina escénica, con un nuevo escenario y enrejado, mientras que el foso de la orquesta se equipó con una plataforma mecánica que podía elevarse en tres niveles.
El Teatro Sociale ya está en pleno funcionamiento, con una programación llena de propuestas interesantes, desde prosa hasta obras contemporáneas y música; es posible visitarlo los días en que no hay producciones ni actos especiales, previa reserva.