Enclavado en una zona impermeable, entre árboles y rocas, con la silueta escarpada de las montañas circundantes al fondo, el santuario se alza sobre un telón de fondo que combina paz y oración.
Este lugar místico tiene sus orígenes en el periodo de las luchas entre güelfos y gibelinos, entre 1350 y 1440.
Para huir de la violencia, algunos habitantes de la zona se escondieron en una “corna busa”, que en dialecto significa cavidad natural.
Uno de ellos se llevó consigo la estatua de madera de la Virgen, pero la olvidó en el atrio de la cueva cuando, habiendo escapado del peligro, regresó al pueblo.
El culto a la Madonna della Grotta, sólo más tarde conocida como “Madonna della Cornabusa”, se remonta a una época posterior, cuando una muchacha sordomuda, que fue a parar allí mientras apacentaba a sus ovejas, descubrió la estatua y recuperó milagrosamente la voz y el oído.
La venerada estatuilla mide ochenta centímetros de altura y fue tallada en madera del siglo XV.
El encanto místico del santuario se ve reforzado por la luz de las velas que se refleja en la gruta de la que gotea agua.
El paisaje circundante evoca una profunda sensación de recogimiento.
El Santuario de Cornabusa se encuentra en S. Omobono Terme y se puede llegar en coche.
Desde el aparcamiento, el camino atraviesa el bosque siguiendo las ocho capillas dedicadas a los Misterios Marianos y a la historia de la joven.
Al llegar a la plaza situada frente a la gruta, hay un pequeño templo cerrado por una reja que alberga la estatua.