El quesero del Quartirolo Lombardo se levanta muy temprano cada mañana: hay que recoger inmediatamente la leche recién ordeñada de las vacas de las granjas situadas en la zona de producción del queso. Una vez en la quesería, la leche comienza su viaje para convertirse en el sabroso Quartirolo. La cuajada se rompe con mucho cuidado una primera vez, se deja reposar 5/6 minutos y se vuelve a romper hasta obtener grumos del tamaño de una avellana de toda la masa. A continuación, la cuajada se coloca en los moldes que acunarán el futuro Quartirolo.
Tras perder todo el suero, los moldes se “guisan”, es decir, se colocan en ambientes con temperatura y humedad controladas durante un máximo de 24 horas. Después de esta fase, se llevan al almacén para salarlos e iniciar el proceso de maduración que da lugar a diferentes productos finales: un producto fresco y otro madurado durante un mínimo de 30 días, con una corteza rosácea que lo diferencia de su hermano pequeño. Pero, ¿qué aspecto tiene el Quartitolo? Es un queso blanco, a veces grumoso, con un sabor delicadamente ácido y salado cuando está fresco, que se vuelve dulce cuando madura. Cuando lo huelas, sentirás olor a yogur si no está muy maduro o a leche cocida y setas después de treinta días.