A excepción de la de San Agustín, las puertas del perímetro de las Murallas Venecianas llevan el nombre de las iglesias cercanas demolidas para dar paso a la imponente fortificación.
El león de San Marcos, símbolo de la República veneciana, destacaba en todas las puertas, y desde cada una de ellas partía una importante vía que conectaba con las ciudades vecinas: desde Porta S. Alessandro la carretera comunicaba Bérgamo con Lecco y Como, desde Porta S. Lorenzo conducía a los países situados más allá de los Alpes, desde Porta S. Agostino se podía partir hacia Venecia, y desde Porta S. Giacomo hacia Milán.
Precisamente esta última puerta es la más monumental y elegante: con su revestimiento de mármol blanco, era visible desde el recinto ferial (hoy Centro Piacentiniano).