Estos oasis de ecos románticos, antaño jardines privados de familias nobles, están hoy en día cercados por las calles de la ciudad y desde fuera parecen patios insospechados. Sin embargo, basta con atravesar la entrada de uno de ellos, el Parque Marenzi y el vecino Parque Caprotti, para darse cuenta de que no estás ante un paisaje cualquiera: muchas especies de plantas (¡algunas de ellas centenarias!), encantadores caminos de grava que atraviesan ambos parques, cuevas de piedra, estatuas, pequeños templos y estanques, proporcionan una emoción que deja sin aliento: ¡uno tiene la impresión de entrar en un mundo de cuento de hadas!
Estos dos jardines son ideales para un paseo “de ensueño” en completa relajación rodeado de vegetación en el centro de la ciudad.