Es difícil, paseando por la céntrica Via Tasso de la parte baja de Bérgamo, permanecer impasible ante la rústica fachada de esta iglesia, dominada por una imponente escultura de bronce que representa el descenso del Espíritu Santo asomándose sobre el atrio de la iglesia.
La estructura original del edificio formaba parte de un complejo monástico del siglo XIV: el deseo de un numeroso grupo de ricos comerciantes del siglo XVI de afirmar su estatus social ya no sólo mediante palacios, sino también mediante una iglesia, lo transformó profundamente.
La renovación de la iglesia fue muy elaborada y trabajaron en ella dos importantes arquitectos bergamascos en distintas épocas: Pietro Isabello en el siglo XVI y Gian Battista Caniana en el siglo XVIII.
Una imponente nave te da la bienvenida a la entrada, con cinco capillas a cada lado: en la cuarta, a la derecha, no te pierdas el maravilloso retablo (óleo sobre tabla) del maestro renacentista italiano Lorenzo Lotto, “Virgen con el Niño, Santa Catalina de Alejandría, San Agustín, San Sebastián y San Antonio Abad”, de 1521.
El Retablo de Lotto es sin duda la obra más valiosa de la iglesia, de la que puedes admirar el brillante cielo con el remolino de nubes y ángeles que enmarca la aparición de la paloma del Espíritu Santo.
Podrás reconocer, en la majestuosa e imponente disposición de las figuras, una referencia a la pintura del gran artista renacentista Rafael Sanzio, que también pintó al fresco las Estancias Vaticanas.
Puedes organizar una pequeña “caza de las épocas” observando la fachada compuesta, que nunca se completó: el zócalo de piedra, el pequeño rosetón central (elemento decorativo en forma de ventana circular aplicado a las fachadas de las iglesias románicas y góticas) y la ventana tapiada de la derecha datan del siglo XIV; a la izquierda, el aditamento de mampostería de piedra pertenece al siglo XVI, mientras que las dos hornacinas y el portal son del siglo XVIII.