Construido a principios del siglo VIII tras la supuesta estancia del obispo trentino en las colinas de Bérgamo, en el siglo XIII fue dirigido por los frailes dominicos y en el siglo XIV por la Orden de los Humiliati, abolida en el siglo XVI.
Renovado en 1512, adquirió su aspecto actual con las intervenciones de los siglos XVIII y XX que lo dotaron también de una terraza panorámica con vistas a la Ciudad Baja y a las colinas occidentales.