Desde hace más de 120 años, el funicular conecta el centro de Bérgamo con la Ciudad Alta, más concretamente con la plaza Mercato delle Scarpe, antigua sede de numerosas actividades comerciales. En 1430, esta plaza se utilizaba exclusivamente para la venta de zapatos, mientras que el palacio situado frente a ella y que ahora alberga la propia estación del funicular era la sede del gremio de zapateros.
Experiencia en viajes
El funicular de la ciudad es muy querido por los bergamascos, que ya no podrían prescindir de él: ¿qué otro medio de transporte permite, de hecho, viajar a través de la historia, atravesando las antiguas murallas venecianas que antaño defendían Bérgamo de los ataques enemigos? Dos elegantes vagones ascienden y descienden entre jardines floridos y vistas únicas: en un día despejado puedes disfrutar de una fantástica panorámica de todo el valle del Po, ¡e incluso vislumbrar los Apeninos!
Historia del funicular
Orígenes
Este recorrido vio la luz en 1887, diseñado por el ingeniero Alessandro Ferretti. En la primera versión, el funicular es movido por una máquina de vapor, con un sistema de dos vagones, conectados según un sistema clásico de vaivén, en el que el peso de uno ayuda a levantar al otro.
Modernización
En 1917 se modernizaron las estaciones de máquinas y de llegadas, y los raíles pasaron de uno a dos. En la estación superior se construyeron una sala de espera y un balcón veranda, donde aún hoy se puede tomar un café o un aperitivo mientras se disfruta de una fantástica vista de toda la ciudad.
Hoy
El funicular está actualmente en funcionamiento y en pocos minutos te permite superar un desnivel de 85 metros a lo largo de un recorrido de sólo 240 metros, en el que la pendiente máxima alcanzada es del 52%.