Las fuentes construidas en el siglo XVI tienen características muy diferentes de las de siglos anteriores, desde el punto de vista arquitectónico y de su ubicación en el espacio urbano.
Mientras que las fuentes medievales se construían a lo largo de la calle y se insertaban bajo los arcos de los edificios, las del siglo XVI se añadían a un contexto urbano ya consolidado y debían adaptarse a su entorno.
Así, la fuente de San Pancracio, diseñada en 1549 por Pietro y Leonardo Isabello, se colocó en el centro de una plaza que ya tenía su propia identidad geométrica.
Por eso también su base evoca su forma cuadrada regular.