Enclavada entre el bosque de Allegrezza y la colina de Benaglia, la Val d’Astino infunde a quienes la visitan una sensación de paz y tranquilidad.
No debió de ser casualidad que en 1107 los monjes vallombrosianos decidieran construir aquí su monasterio y la iglesia contigua, llamada Iglesia del Santo Sepulcro.
Se creó un vínculo muy estrecho entre estos edificios religiosos y el territorio, hasta el punto de que el nombre de Astino se utiliza indistintamente para indicar el valle o el complejo monumental que allí se levanta.
La organización del espacio en este trozo de paraíso también dicta el escaneo del tiempo, haciéndolo eterno.
Sentado en el gran césped que rodea el conjunto monumental, te sobrecogerá la belleza y la tranquilidad del paisaje que se abre ante tus ojos.
Rodeado de bosques, colinas y campos, puedes pasear por la densa red de calles que giran en torno al monasterio: al este, hacia el barrio bergamasco de Longuelo; al oeste, hacia el valle de San Martino; al norte, hacia San Sebastiano y las colinas de Bastia y San Vigilio.
En la segunda mitad del siglo XV, el monasterio de Astino adquirió tierras en toda la provincia.
En 1170 se consagró la iglesia, y desde alrededor de 1540 hasta finales de siglo fue renovada y reformada: se completó el ala este, las estancias interiores del ala sur y se construyó la poderosa torre del ángulo suroeste, que aún hoy se alza erguida en medio del valle.
La iglesia contigua, del Santo Sepulcro, tiene una peculiar estructura de cruz commisa (planta de una sola nave que termina en el crucero) modificada por la adición de un profundo presbiterio durante el Renacimiento.
No encontrarás uno, sino tres altares: el altar mayor, en una posición ligeramente elevada, luego el altar de San Martín y el altar de los Evangelistas, ambos anteriores a 1140.
La historia del complejo dio un giro con la llegada de Napoleón en 1797: fue suprimido y convertido primero en asilo y luego en granja; en 1923 fue finalmente vendido a propietarios privados.
En 2007 fue adquirida por la Congregación de la Misericordia Mayor, que restauró totalmente la iglesia en 2013 y actualmente está terminando la restauración del monasterio, sacando a la luz la belleza de muchas de las estancias del monasterio y los frescos que hasta ahora habían permanecido ocultos bajo una gruesa capa de yeso blanco extendida entre los siglos XIX y XX.
Con motivo de la EXPO 2015, el monasterio volvió a convertirse en un lugar animado y muy visitado, acogiendo numerosos actos, exposiciones e iniciativas relacionadas con el tema de la alimentación, el vino y la nutrición en general, a los que asistieron muchas personas.
Los grandes prados que rodean los edificios religiosos fueron invadidos pacíficamente por quienes querían disfrutar del encanto de este valle, mientras que los campos circundantes son un excelente ejemplo de cómo la biodiversidad puede ser un camino viable en la agricultura moderna.
Curiosidades
La refinada Última Cena, ejecutada para el refectorio del monasterio por el florentino Alessandro Allori, ha vuelto por fin a su lugar tras una cuidadosa restauración.