Borgo Santa Caterina es uno de los lugares que representan plenamente el espíritu de Bérgamo: desde los vivos colores de los escaparates hasta los aromas de la gastronomía, pasando por los edificios históricos que encierran como una perla este increíble cofre de maravillas.
Si lo visitas durante el día, ¡quedarás encantado!
Mímate con un café mientras contemplas cómo se unen pasado y presente, tradición e innovación, haciendo que este lugar sea perfecto en cualquier momento, aunque sólo sea para dar un paseo.
Si lo descubres por la noche, encontrarás la calle principal salpicada de cafés, cada uno con su estilo propio para satisfacer las expectativas de los gustos más diversos.
Las luces y la música te sumergen en una escena que refleja a la perfección el brío nocturno de los Navigli de Milán.
A este barrio, que debe su nombre a su calle más bonita dedicada precisamente a Santa Catalina, se puede llegar desde varios accesos, a través de los cuales uno puede sumergirse en medio de un pueblo lleno de vida: la alternancia de pequeños restaurantes únicos y característicos ofrece la oportunidad de saborear la cocina típica bergamasca (¡y no sólo!) y de regalarse un café en el bullicio de las horas diurnas.
Muy particular es entonces el ir y venir que se crea por la noche, sobre todo en verano, durante las veladas del “Venerdì del Borgo”: citas ineludibles para combinar diversión, música y comida local, conocer gente nueva y dejarse aconsejar sobre el lugar perfecto para disfrutar de un buen vino y hacer que tu velada sea inolvidable.
Incluso en invierno la diversión no es menor y con las iluminaciones navideñas se convierte en una pequeña joya encantada.
Para los amantes del arte está también el notable patrimonio artístico, concentrado sobre todo en los edificios sagrados, entre los que recomendamos el Santuario dell’Addolorata, que contribuye a hacer de Borgo Santa Caterina un rincón de Bérgamo que ofrece emociones en todas las épocas del año.