En el taller de la empresa en Ranzanico, la carne de oveja se procesa con maestría para la producción de embutidos crudos, como el famoso violín de oveja, así como jamones cocidos y mortadela. El salchichón también se elabora con grasa de cerdo.
En las celdas de curación, supervisadas cuidadosamente por Silvestro y Vanni, reposan las carcasas, la luganega fresca, las salchichas y mucho más. Se despluman las carcasas y luego, con un cuidado maníaco, se elimina la grasa, responsable de muchos aromas fuertes.
Atención: fuertes, no desagradables. Los animales criados pueden considerarse alimentados con hierba: es decir, sólo han comido hierba fresca durante toda su vida, porque pastan los 365 días del año. Esto permite obtener una carne de gran valor nutritivo. Además, se utilizan animales de la máxima calidad y se maduran de la forma correcta. Por ello, la ternura no es un espejismo lejano, ni tampoco la ausencia del fuerte aroma clasificado como “salvaje”, característica en cualquier caso propia de esta carne, que podemos considerar aquí un auténtico valor añadido.