Crespi d’Adda es un ejemplo de arqueología industrial clasificado como Patrimonio de la Humanidadpor la UNESCO en diciembre de 1995. Es un pueblo obrero excepcionalmente bien conservado, con un trazado urbano ejemplar. Descubre la historia de la familia Crespi y sumérgete en la vida del siglo pasado.
Historia de los Crespi y nacimiento del pueblo
La familia Crespi, una familia de tejedores, inició su actividad aquí en 1878 sabiendo que había mucha mano de obra disponible en la zona y viendo la posibilidad de construir un canal industrial a lo largo del Adda para aprovechar su fuerza hidráulica. Así surgió Cristoforo Crespi, el fundador. Construyó el llamado “palasòcc“, pero fue con la llegada de su hijo Silvio, educado en Inglaterra, cuando se hizo un plan para todo el pueblo. El principio era dotar a todo el mundo de una pequeña villa, con jardín y huerto, y proporcionar los servicios necesarios, desde los baños públicos hasta la escuela, desde la iglesia hasta el campo de deportes, desde el centro recreativo hasta el pequeño hospital. Y luego el teatro, la tienda de comestibles, los bomberos, el lavadero, el cuerpo de bandas, el campamento de verano, el curso de economía doméstica. Todo gobernado por el propio Silvio Crespi, un emprendedor excepcional y un político testarudo. El trazado urbano es sencillo: a lo largo del río está la fábrica con sus altas chimeneas y junto a ella la villa-castillo de los propietarios. Las casitas de los trabajadores están dispuestas en varias calles paralelas, al sur hay un grupo de villas posteriores para empleados y ejecutivos. Al principio del pueblo está la iglesia y junto a ella la escuela.
Una zambullida en el pasado
Lo sorprendente de Crespi d’Adda, testimonio único en el mundo de un pueblo industrial de finales del siglo XIX, es el excepcional estado de conservación de sus edificios y trazado urbano y su ubicación en el curso medio del río Adda -cuna de la revolución industrial italiana-, rico en testimonios históricos y artísticos. Pero, sobre todo, llama la atención que, a diferencia de todos los demás pueblos similares de Italia y del mundo, ha mantenido, junto con la integridad de los edificios, sus funciones sociales y productivas, albergando de hecho una comunidad viva, con la fábrica en funcionamiento hasta 2004. Un día en Crespi d’Adda no es sólo una visita cultural, sino sobre todo una inmersión en el siglo pasado y una oportunidad de sumergirse en la vida y las costumbres del pasado.