Sólida, como todo lo bergamasco, la empresa combina la producción y maduración de vinos con la acogida de visitantes.
Dividida en tres salas -elaboración, almacenamiento y degustación-, la bodega se divide entre los grandes depósitos de acero para los blancos y las barricas de madera para los tintos y los vinos de crianza. A lo largo de las paredes, las 240.000 botellas producidas cada año se almacenan y afinan, a la espera de ser abiertas al paladar de los aficionados, catadores o simples amantes del buen vino.
Cada vino Tallarini extrae su gran calidad de los viñedos: bajos rendimientos, búsqueda del momento perfecto de la vendimia, selección manual de los racimos.
La técnica y la tradición garantizan el mejor resultado final: pequeñas maderas, barricas y tonneaux para los grandes vinos; acero para los blancos más jóvenes. El prensado suave, la criomaceración, la mezcla al estilo bordelés y el secado cuidadoso de las uvas son los métodos utilizados y escrupulosamente respetados.
El envejecimiento final siempre tiene lugar en la botella: puede ser de unos meses para los vinos listos para beber, hasta de varios años para los vinos de larga crianza.